sábado, 12 de noviembre de 2011

El #20N #NOLESVOTES

El vídeo que le prometí a mi amigo y compatriota Don Mariano Rajoy... Porque en política no está demás alguna carcajada aislada... Espero que le guste...

martes, 8 de noviembre de 2011

Historias en blanco y negro (7Nov.2011)

Campo de las Naciones. Tarde del 7 de Noviembre de 2011. La policía durante prácticamente todo el día lleva acordonando la zona, identificando a todo el que se acerca, disolviendo grupos, cancelando derechos fundamentales como el de la libre circulación. El Gobierno no dice nada. Los dos candidatos a la presidencia (cada vez más hermanados en lo ideológico) no dicen nada. La estampa digna de la España de los 60. No se puede hacer visible el descontento con un cara a cara pactado y que obvia al resto de fuerzas políticas que representan a los pueblos de España. 
A eso de las 19.00 llego a Campo de las Naciones. Una boca de metro precintada, las otras dos abiertas. Salgo a la calle y varios agentes tienen un pequeño grupo de manifestantes aislado. Me comentan que horas antes habían detenido a una persona por hacer streaming (mostrar al mundo la realidad es un delito grave). Nos comienzan a pedir la documentación. Yo me niego. No he cometido ningún delito y así se lo hago saber al agente. Éste responde con ademán chulesco que me aprenda la ley. Yo contesto que no hay ninguna ley que me prohiba estar en la calle. El agente responde que hay una Ley Orgánica que sí lo dice y que eso está por encima de todo. Al señor agente parece molestarle que le diga que la Constitución está por encima. Me empujan contra un seto. Un agente me pellizca por el costado mientras otro me retuerce el dedo. A su vez un tercer agente me pide la documentación de nuevo mientras se jacta de moralista y paternalista y me increpa: "Te va a caer un paquete que se te van a quitar las ganas de hacer el imbécil en la calle". Les digo que no me toquen, que ellos no son una autoridad, que son ciudadanos y hablo con ellos de tú a tú. Parece que paran de increparme. Hay prensa cerca. Comienzan a hablarme fuerte, a insultarme, a vacilarme, a humillarme verbalmente, les respondo como mejor sé hacer: hablando. Se niegan a escucharme, su trabajo es defender al ciudadano pero se niegan a escucharle. No te dejan hablar, se llenan de razón, su respeto consiste en despreciarte desde el usted en vez de desde el tuteo. Es imposible, y tengo las de perder. Definitivamente tras una serie de cruces dialécticos les doy la documentación y les digo que tengo nombre y apellidos porque soy un ciudadano con todos sus derechos, inclusive el de manifestación y libertad de expresión. Ellos me mencionan no se cuantos delitos que supuetamente estoy cometiendo. Por suerte no incluyen vivir u opinar, ambos delitos que comienzan a tipificarse en la práctica en España.
Pasado algo más de una hora los manifestantes nos reagrupamos. La policía cierra filas, no dejan salir pero tampoco dejan entrar. Nos cercan con una barrera de furgonetas antidisturbios por adelante y por atrás. Me paro a escuchar una conversación de un compañero con un policía. Un segundo policía me dice que qué escucho, que me vaya lejos. Yo le digo que puedo escuchar lo que quiera, que soy una persona libre. Otro compañero mira los acontecimientos. Éste policía le increpa y le dice chulescamente: "¿Qué mira usted?" a lo que el compañero responde que "¿es que en este país también nos vais a prohibir mirar?". Decide cogerme de nuevo. Sin tomarlo ni beberlo me aparta nuevamente del grupo bajo la incrédula mirada de más de uno. Otra vez con agresividad y falto de educación y respeto me aparta a empujones, me insulta, me pide la documentación. Vuelta a empezar. Le digo que ya he entregado la documentación. Le da igual, me la exige de todas formas. Otro policía se jacta: "El de antes, te va a salir la bromita cara, seguro que estás en el paro, a ver qué haces...". Parece ser que como la violencia explícita les pasa factura ahora maquillan esa violencia en el verbo. Su inteligencia reside en incluir el acoso, la descalificación y la injuria de tal forma que no sea apreciable a priori para poder jactarse con la víctima.  Esta vez no me devuelven rápido el DNI. Tras preguntar hasta a cuatro uniformados, un quinto me dice que vaya al camión. Una vez allí el policía que está tomando nota me dice que qué hago allí, me mira por encima del hombro y con un desprecio irracional. Me devuelve la documentación. Se jacta, me zarandea, me dice: "Vamos!" señalándome el "campo de concentración" en el que tenían recluidos al resto de manifestantes. 
Comienza el cara a cara. Todavía no lo he oído, pero ya se el resultado: ha ganado Mariano Rajoy, ha ganado Alfredo Perez Rubalcaba, y ha perdido por goleada la democracia. 
Decido irme con un grupo de tres personas al metro de Campo de las Naciones. Un compañero iba con un bastón por lo que deduzco una lesión en las piernas. Yo cojeaba debido a un esguince en la rodilla. Un grupo de policías nos "escolta" por el perímetro de seguridad. A doscientos metros de la parada de metro no nos deja acceder. Nos dice: " A este metro no podéis, iros al más cercano que está a unos 500 metros". Yo sabía donde estaba el metro más cercano, y no estaba a 500 metros sino a 2500metros. Se lo hago saber al agente del "orden". Este me tacha de sinvergüenza a mi y a mis acompañantes y nos amenaza por enésima vez. Obligados por la autoridad tanto el compañero cojo como yo, tenemos que literalmente JODERNOS, y perdón por la expresión, porque una panda de policías nos consideraban terroristas peligrosos. Eso pasa, debemos ser muy peligrosos. Defender la libertad es un delito, ser libre es ser peligroso, pensar es ser peligroso, hay que conformarse y respetar su modelo. Lo primero es callarte porque la palabra es peligrosa, lo segundo es reglarte, porque aprender y reflexionar depende qué cosas es peligroso, lo tercero es utilizar el miedo para cosificarse, porque las cosas no piensan, no aman, no sienten, no sueñan. Las cosas no viven, no son peligrosas. 
Intentamos hablar y nos callan la boca, intentamos ver y nos imponen mirar a otro lado, ahora estamos intentando al menos respirar y no vamos a dejar que nos ahoguen. ¿Quién reprime al represor? No lo sé, solo puedo responder al por qué sigo defendiendo la causa democrática. Porque decido vivir y no voy a dejar que ahoguen mi existencia, porque existo como persona libre y no como cosa.