miércoles, 9 de marzo de 2011

Fragmento de "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera

La fuente del kitsch es el acuerdo categórico con el ser. ¿Pero cuál es la base del ser? ¿Dios? ¿El hombre? ¿La lucha? ¿El amor? ¿El hombre? ¿La mujer?

Las opiniones sobre este tema son diversas y por eso hay también diversos tipos de kitsch: católico, protestante, judío, comunista, fascista, democrático, feminista, europeo, americano, nacional,
internacional.

Desde la época de la Revolución francesa la mitad de Europa se denomina izquierda mientras la otra mitad se llama derecha. Es casi imposible definir la una o la otra a partir de algún tipo de principios teóricos en los que se apoyen. Eso no es nada extraño: los movimientos políticos no se basan en posiciones racionales, sino en intuiciones, imágenes, palabras, arquetipos, que en conjunto forman tal o cual kitsh político. La idea de la Gran Marcha, por la que se deja embriagar Franz, es el kitsch político que une a las personas de izquierdas de todas las épocas y corrientes. La Gran Marcha es ese hermoso camino hacia delante, el camino hacia la fraternidad, la igualdad, la justicia, la felicidad y aún más allá, a través de todos los obstáculos, porque ha de haber obstáculos si la marcha debe ser una Gran Marcha.

¿Dictadura del proletariado o democracia? ¿Rechazo a la sociedad de consumo o incremento de la producción? ¿Guillotina o supresión de la pena de muerte? Eso no tiene la menor importancia. Lo que hace del hombre de izquierdas un hombre de izquierdas no es tal o cual teoría, sino su capacidad de convertir cualquier teoría en parte del kitsch llamado Gran Marcha hacia adelante.

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